Es innegable la dificultad con que se enfrenta el músico-artista para efectivizar su técnica, conocimiento, estilo e inquietud dentro de una realidad socioeconómica desfavorecedora que lleva al desinterés y la desidia de nuestro propio sentido de pertenencia cultural.
Sin descuidar a todos los actores de una comunidad que debe integrarse cada vez más, es el músico activista que debe comprometerse en la construcción y debe interpelar su actividad continuamente.
 

Es donde nos situamos para comprender que la música o expresión popular son el nutriente para la música académica de los pueblos y viceversa. Ambas expresiones se interrelacionan para que destraben las puertas y los límites absurdos que se crearon. Teniendo como eje principal la práctica viva e intensa para desarrollar y profundizar la actividad musical, es donde se ubica nuestro que hacer.
 

Arte y trabajo.